Una cantimplora es un frasco de metal aplanado y revestido de material aislante para llevar la bebida y mantenerla fría. Es muy usada por los excursionistas, campistas, militares, senderistas, montañistas y trabajadores del campo.
Generalmente tiene asas para llevarla colgada del hombro o de la cintura, así como un aislante térmico para mantener la temperatura fría de la bebida en clima caliente, para lo cual también se suele recubrir el recipiente con una cámara de aire. Algunas cantimploras llevan acoplada una taza en su base o en su tapa.
Las primitivas cantimploras se hacían con una calabaza o con un coco haciendo un orificio de salida. También se hacían botijas de barro o de piel de animal. Luego surgieron las cantimploras de vidrio, que para que no se rompieran fácilmente se llevaban en cestos de mimbre o cubiertas con tela y se cerraban con tapones de corcho.
En el siglo XIX proliferaron las cantimploras metálicas (hojalata, acero inoxidable o aluminio), con tapón de rosca que estaba sujeto al recipiente con una cadena y disponían de un correaje para facilitar el transporte y evitar que se perdieran.
Entre los diseños actuales es frecuente el uso de plásticos, especialmente polietileno o policarbonato. Por lo general son tan ligeros o más que las metálicas y más resistentes.